miércoles, 26 de octubre de 2011

Conceptos claves sobre Trastonos Narcisisticos No Psicoticos

UNA VISIÓN DE LOS CONCEPTOS SOBRE 
TRASTORNOS NARCISISTAS NO PSICÓTICOS
Pdg. Vilma Delgado


Ricardo Rodulfo afirma que en el territorio de los trastornos narcisistas no psicóticos se encuentra una variedad importante de fenómenos, que abarcan desde trastornos leves, sutiles, hasta trastornos de consideración y gravedad, desde problemáticas con base orgánica hasta otras que no la tienen, desde trastornos que se presentan solos hasta otros que se hallan asociados a  problemáticas neuróticas, o depresivas, o trastornos psicosomáticos en el mismo paciente.  Abarca trastornos de tipo espacial, de la distancia del propio cuerpo y referidos al otro; trastornos de la coordinación fina, categorías tales como el arriba-abajo, lejos -cerca, derecha -izquierda, hasta trastornos en la abstracción, trastornos en la lectoescritura, trastornos a nivel del cálculo, etcétera.  Hay un campo muy variado de fenómenos.
Rodulfo propone la categoría de la “torpeza” para introducir un principio de ordenamiento  ya que de una manera u otra nos vemos enfrentados a ella, que al no tratarse de una problemática de tipo psicótico, ha servido de base a efectos de comicidad.
La categoría de la torpeza fue pensada en el psicoanálisis  primeramente como un acto fallido, pero también es válido para conceptualizar un acto ocasional que proviene del retorno de lo reprimido; aunque en este caso nos referimos a la torpeza como manifestación crónica.
Como lo señala Piera Aulagnier, para que subsista la posibilidad de representar y desear debe estar asegurada una prima de placer. En estos pacientes el plus de placer  se ve trastocado, se ubican en un más allá del placer en estados de sufrimiento y dolor, mudos, no representables ni metaforizables.
Se trata de una falla primaria en la organización del circuito pulsional que Eduardo Romano conceptualiza como “Desestimación Errante”.  Este tipo de abolición se inicia con los intercambios madre-bebe.   Es la madre quien desestima aquello que en el bebé podría constituirse como grito/gesto espontáneo pictograma/huella mnémica.  El vivenciar empático se origina en la díada y  luego se prolonga en lo intrapsíquico  en constitución como aquello que denomina pictograma de  vacío o vaciograma.   La experiencia repetida y desgarradora de otro que no contiene, decodifica ni alivia las tensiones pulsantes y abrumadoras genera un  deseo de no deseo (Piera Aulagnier) que es el fundamento de lo que con el tiempo se convertirá en lo que Sami Ali denomina el sentimiento de  “lo banal”.
Las historias diádicas de estos niños  muestran una capacidad materna impredecible, con cortes bruscos, sin aviso previo.  Lo que se debía constituir como pictograma a partir de vivencias reiteradas de reencuentro, reflejo especular, sostén y baño de palabras, deja su lugar a los vaciogramas.   Estos son el efecto de las tempranas desestimaciones del objeto materno que son introyectadas y  reconstituidas bajo la forma de lo que Romano denomina “desestimación errante”.
En cuanto a la función paterna, ha dejado una huella pero no elevada al estatuto de representante psíquico.   El  Nombre del  Padre existe, pero desfalleciente, sin la suficiente eficacia psíquica como para sostener el continuo mecanismo de desplazamiento y sustitución de una representación por otra.  Queda suspendido el movimiento psíquico de sustituciones simbólicas.


R. Rodulfo describe los siguientes rasgos como componentes del  trastorno narcisista:

· Torpeza crónica: no se trata de un acto torpe sino de un individuo torpe.   Esta torpeza no es solo motriz,  también lo es de lo imaginario.
· Memoria como laguna: lo que se le enseña lo aprende pero lo olvida enseguida
· Requieren de la presencia concreta de otra persona: necesitan el auxilio ajeno.  Dependen de la mirada y de la presencia de otro que lo ordene, sin él cae en la desorganización y en el descontrol motor (apariencia hiperquinética).  Necesidad de un acompañante narcisista.
· Uso especular del otro como espejo:  lo usa para orientarse
· Tendencia a la simplificación, al empobrecimiento: hacia lo que Sami Ali  llama “lo banal”.  Sus producciones son toscas.   Hay eslabones de pensamiento que quedan vacíos.
· Los caminos del pensamiento son lábiles: son trayectos que se hacen y deshacen  como “escrito en el agua”,  con frecuencia esto lo lleva a recurrir a acciones estereotipadas que llevan el sello de la obsesividad.
· Ausencia global del marco de referencia: es este otro rasgo señalado por Sami Ali, dicen “vos” cuando quieren decir “yo”.
· Escaso desarrollo de la categoría del extraño: se dan fácilmente con otras personas, pero la alteridad está escasamente presente.
· Es un trastorno en la problemática del juego del carretel o del fort/da: aparece como una adquisición precaria, no desarrollada del jugar con la presencia y con  la ausencia.
· El jugar se diluye en tocar todo.
· Identificación animal con la bestia: especialmente cuando hay compromiso orgánico, sea neurológico u otro,  se suele encontrar el fantasma de ser tonto.

Sami Ali habla de represión global de la función imaginaria, no recordará sus sueños, no habrá desarrollo  de ciertos jugares, de ciertas fantasías o será crónicamente torpe. La represión global abarca una función entera y no un elemento dado.
Parecen vivir estos niños, una existencia anónima porque son incapaces de dotarla con una firma primordial. Como lo  afirma Eduardo Romano,  generan un diálogo de sordos con su propia vida pulsional.   Indefensos ante la pulsión y sus exigencias quedan relegados a  la escenografía de un vacío identificatorio  que desestima el sentir.
En las patologías del vacío el estar en el mundo se parece a mirar imágenes que se suceden sin sentido personal ni subjetivo.
Estos pacientes parecen estar más allá del asombro y del deseo.  Los vaciogramas adquieren para ellos el valor de mediadores de los derivados pulsionales en la medida en que prescinden del preconsciente  verbal.  El preconsciente visual que predomina en estos casos toma las imágenes como elemento organizador, la conciencia pasa a ser testigo de flujos de información que no ordena, jerarquiza, ni categoriza.


Bibliografía:

Rodulfo  Ricardo Trastornos narcisistas no psicóticos. Ed. Paidos Buenos Aires 2001
Romano E. Psicopatología  Infantil y Psicoanálisis.  Ed. Nueva Vision  Buenos Aires 2003

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